En el Diario encontramos sólo dos notas hechas por Santa Faustina el Sábado Santo. Ambas están llenas de esperanza y alegría.
La primera es la reafirmación de Santa Faustina de que todo lo que ella escribió estaba de acuerdo con la voluntad de Dios: «Durante la adoración el Señor me dijo: Quédate tranquila, hija Mía, esta obra de la misericordia es Mía, no hay nada tuyo en ella. Me agrada que estés cumpliendo fielmente lo que te he recomendado, no has agregado ni has quitado una sola palabra. Y me dio la luz interior y conocí que no había ni una palabra mía; a pesar de las dificultades y las adversidades siempre, siempre cumplí su voluntad que había conocido» (Diario, 1667).
El segundo pasaje describe la tarde del Sábado Santo: «Durante las vísperas vi al Señor Jesús resplandeciente como el sol, con una túnica clara, y me dijo: Que se alegre tu corazón. Y me inundó una gran alegría y me traspasó totalmente la presencia de Dios que es un tesoro inexplicable para el alma» (Diario, 415).
Permanezcamos hoy de manera especial en esta Divina Presencia, que es un tesoro inagotable para el alma. Meditemos también en las lecturas de la Liturgia de la Vigilia Pascual de hoy, que nos describen a nuestro misericordioso y amoroso Dios.