“La Cruz (…) es el cumplimiento, hasta el final, del programa mesiánico que Cristo formuló una vez en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4, 18-21) y repitió más tarde ante los enviados de Juan Bautista. (cf. Lc 7, 20-23) Según las palabras ya escritas en la profecía de Isaías (cf. Is 35, 5; 61, 1-3) tal programa consistía en la rvelación del amor misericordioso a los pobres, los que sufren, los prisioneros, los ciegos, los oprimidos y los pecadores” (Dives in misericordia, nº 8).
Empezamos un nuevo año. Tenemos diferentes expectativas, esperanzas y tal vez preocupaciones sobre este momento. Algunas personas hacen propósitos para el año, hacen planes y escriben citas en el calendario. Se puede decir que ideamos un programa para nuestras vidas. Al comienzo de este nuevo año, vale la pena considerar si este programa concuerda con el programa que Jesús tenía para Su vida. Él siempre y en todas partes hizo todo lo posible para revelar el amor misericordioso del Padre por cada ser humano, especialmente por los más necesitados y por los que más sufren.
¿Cuáles son tus deseos, sueños y planes para el nuevo año que comenzamos?
¿Haces tus planes de acuerdo con Jesús?
¿De que modo durante este año puedes llegar a ser más parecido a Jesús Misericordioso?
“Cualquier cosa que Jesús ha hecho, la ha hecho bien. Pasó haciendo el bien. En su trato estaba lleno de bondad y de misericordia. La compasión guiaba sus pasos. A los enemigos les mostraba bondad, amabilidad, comprensión, a los necesitados ayuda y consuelo. Este mes he hecho el propósito: reflejar en mí con fidelidad estos rasgos de Jesús aunque me costara mucho” (D. 1175).