“El misterio pascual es el culmen de esta revelación y actuación de la misericordia, que es capaz de justificar al hombre, de restablecer la justicia en el sentido del orden salvífico querido por Dios desde el principio para el hombre y mediante el hombre, en el mundo. Cristo que sufre, habla sobre todo al hombre, y no solamente al creyente. También el hombre no creyente podrá descubrir en Él la elocuencia de la solidaridad con la suerte humana, como también la armoniosa plenitud de una dedicación desinteresada a la causa del hombre, a la verdad y al amor”. (Dives In Misericordia,7)
La misericordia divina se revela más en el misterio pascual de Jesús. El tiempo de Cuaresma nos ayuda a prepararnos para la celebración de este gran misterio de misericordia. La misericordia divina tiene el poder de justificarnos (gracias al sacrificio de Jesús) y «restaurar la justicia en el sentido de ese orden salvífico que Dios quiso desde el principio» en el mundo. ¿Qué es este «orden salvífico»? Podríamos pensar que es armonía, paz, sin sufrimiento y sin pecado. Pero quizás la respuesta a esta pregunta sean las palabras de Jesús, que fueron escritas por San Lucas en su Evangelio: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc 6,36). ¡El «orden salvífico» en el mundo es la misericordia que brota del corazón del Padre, es la transformación de nuestros corazones, haciéndolos semejantes a Su Corazón! Debemos ser misericordiosos imitando al Dios misericordioso. Debemos amar a cada ser humano, perdonar todo mal e injusticia y hacer el bien.
¿En qué área de tu vida no ha reinado todavía el «orden salvífico» de la misericordia?
¿Qué significan para ti y a qué te invitan hoy las palabras: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso»?
«El Señor me dijo: No te debe importar cómo actúen los demás; serás Mi reflejo vivo, a través del amor y la misericordia. Yo respondí:» Señor, pero a menudo se aprovechan de mi bondad «. Eso no importa, hija Mía. Eso no es asunto tuyo. En cuanto a ti, sé siempre misericordiosa con los demás, y especialmente con los pecadores «(Diario 1446).
«Sé siempre misericordiosa como Yo soy misericordioso. Ama a todos por amor a Mí, incluso a tus mayores enemigos, para que Mi misericordia se refleje plenamente en tu corazón» (Diario 1695).