El Señor me dijo: Te llevo a Mi escuela por toda la Cuaresma; quiero enseñarte a sufrir. Contesté: Contigo Señor, estoy preparada a todo (Diario 1626).
Este valiente diálogo entre Dios y la persona que puso en Él su confianza, y que era consciente de que sin Él no sería capaz de aprovechar esta gracia tan grande, que es el sufrimiento. Algo similar ocurre con nosotros. La reacción natural ante el sufrimiento y el dolor es el pánico e intentar huir. ¿Quién de nosotros sería capaz de repetir con santa Faustina?: Oh Jesús, Tu sabes que amo el sufrimiento (Diario 697), Con igual disposición recibo la alegría y el sufrimiento (Diario 485). Estas palabras las dijo al llegar a la recta final de su vida, después de haber tenido muchas vivencias místicas y de recibir las lecciones que le impartía Jesús. Las primeras lecciones fueron difíciles: Los sufrimientos y contrariedades al inicio de la vida religiosa me habían asustado, me habían quitado el valor. Por eso rogaba continuamente que Jesús me hiciera más fuerte y me concediera el vigor de su Santo Espíritu para poder cumplir en todo su santa voluntad ya que desde el comienzo conocía y conozco mi debilidad (Diario 56).
El sufrimiento en sí mismo es algo malo. Dios no lo creó. Pero solo Él puede transformarlo en un don, el cual alcanzará para las personas la gracia de la conversión, y a nosotros nos permitirá que descubramos a Dios que está muy cerca cuando el dolor llena nuestros corazones y nuestras mentes. La reflexión sobre el sufrimiento no es fácil, quisiéramos ocupar nuestra mente con algún tema más agradable. No obstante, tratemos de entrar en esta Cuaresma con la fe, creyendo que Dios quiere realizar un cambio en nuestras vidas. Él quiere revelarnos su amor, justamente en aquellos lugares donde aún no lo hemos visto. Él quiere tocar aquellos sitios de nuestras vidas que todavía duelen. Él quiere que le hablemos de ello. Él quiere que le invitemos, para que pueda abrir nuestros ojos a su presencia.
Te llevo a mi escuela a lo largo de toda la Cuaresma, quiero enseñarte a sufrir – con estas palabras empezamos la admisión en nuestra escuela de esta Cuaresma. No es necesario apuntarse ni llenar largos cuestionarios. Basta con tomar la decisión. Trataremos de descubrir el amor de Dios hacia nosotros cada semana, en aquellas situaciones en las que el sufrimiento nos abruma. Todo esto lo haremos basándonos en un libro de texto lleno de palabras sobre Su misericordia: el Diario de santa Sor Faustina.
Hna. Anna Maria Trzcińska ZMBM