El Jueves Santo es un día en el que reflexionamos en el misterio del sacerdocio y de la Eucaristía. Santa Faustina escribe sobre este evento (la institución de la Sagrada Eucaristía):
‘‘…Jesús me permitió entrar en el Cenáculo y estuve presente durante lo que sucedió allí. Sin embargo, lo que me conmovió más profundamente fue el momento antes de la consagración en que Jesús levantó los ojos al cielo y entró en un misterioso coloquio con su Padre. Aquel momento lo conoceremos debidamente sólo en la eternidad. Sus ojos eran como dos llamas, el rostro resplandeciente, blanco como la nieve, todo su aspecto majestuoso, su alma llena de nostalgia. En el momento de la consagración descansó el amor saciado, el sacrificio completamente cumplido. Ahora se cumplirá solamente la ceremonia exterior de la muerte, la destrucción exterior, la esencia está en el Cenáculo…” (Diario, 684)
¡Qué fe se debe tener para ver a Jesús y su majestad en un pedazo de pan!
Oh Jesús mío, multiplica mi fe para que pueda comprender cada vez más profundamente este misterio.