”La cruz de Cristo, sobre la cual el Hijo, consubstancial al Padre, hace plena justicia a Dios, es también una revelación radical de la misericordia, es decir, del amor que sale al encuentro de lo que constituye la raíz misma del mal en la historia del hombre: al encuentro del pecado y de la muerte” (Dives in misericordia, 8).
El sufrimiento de Jesús, su cruel Pasión en la Cruz y su consentimiento para dar la vida por cada uno de nosotros – es extraordinario, incluso se podría decir: demasiado grande – prueba de la misericordia de Dios hacia nosotros. ¿Jesús realmente tuvo que sufrir de forma tan terriblemente? ¿Era necesaria la cruz con toda su crueldad y violencia?
La cruz de Jesús es una respuesta a nuestro pecado, al mío y al tuyo … Allí, en el Calvario, el amor y el pecado se encontraron … En la cruz de Jesús, el Dios misericordioso viene al encuentro del mal para destruirlo y liberarlo de una vez por todas.
Cuando reflexionas sobre la Pasión de Jesús, ¿eres profundamente consciente de que fue causada por tus pecados?
¿Qué nace en tu corazón cuando piensas que por ti, por amor a ti, Jesús aceptó tal cruel tormento y la muerte?
“Por ti bajé del cielo a la tierra, por ti dejé clavarme en la cruz, por ti permití que Mi Sagrado Corazón fuera abierto por una lanza, y abrí la Fuente de la Misericordia para ti. Ven y toma las gracias de esta fuente con el recipiente de la confianza. Jamás rechazaré un corazón arrepentido, tu miseria se ha hundido en el abismo de Mi misericordia. ¿Por qué habrías de discutir Conmigo sobre tu miseria? Hazme el favor, dame todas tus penas y toda tu miseria y Yo te colmaré de los tesoros de Mis gracias” (D. 1485).