IV Domingo de Cuaresma

Evangelio(Jn 3, 14-21)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.

Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

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Santa Faustina anotó en su Diario (D.1182, 1190)

Hoy el Señor me dijo: Hija Mía, deleite y complacencia Mía, nada Me detendrá en concederte gracias.  Tu miseria no es un obstáculo para Mi misericordia. Hija Mía, escribe que cuanto más grande es la miseria de un alma tanto más grande es el derecho que tiene a Mi misericordia e [invita] a todas las almas a confiar en el inconcebible abismo de Mi misericordia, porque deseo salvarlas a todas. En la cruz, la fuente de Mi Misericordia fue abierta de par en par por la lanza para todas las almas, no he excluido a ninguna.

Jesús – De todas Mis llagas, como de arroyos, fluye la misericordia para las almas, pero la herida de Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin limites, de esta fuente brotan todas las gracias para las almas. Me queman las llamas de compasión, deseo derramarlas sobre las almas de los hombres. Habla al mundo entero de Mi misericordia.

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  • Dios me ama. El Padre Celestial envió a su Hijo al mundo para que yo pudiera ser salvo por medio de Él. Él lo habría hecho incluso si yo fuera la única persona en la tierra. ¿Lo creo?
  • Dios quiere salvar a todas las personas. ¿Y yo..? ¿Quizás le deseo a alguien algo diferente? Si es así, le pediré al Espíritu Santo la mirada de Dios sobre cada persona. ¡Jesús murió por cada ser humano!
  • Esta semana intentaré conocer mejor el Corazón de Dios, que arde con llamas de compasión y desea derramarla sobre las almas humanas. Jesús también me anima: “Habla a todo el mundo de mi misericordia”. ¿Cómo responderé a su invitación?
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