Busca la luz y la fuerza en Mi Pasión #7a

SEMANA 7a: Uniré mi voluntad con la voluntad de Dios, que es la misericordia misma

 Durante la Cuaresma de este año, profundizamos juntos en los misterios de los diversos sufrimientos que encontramos en la vida cotidiana. Nuestro objetivo era ver que cualquier experiencia difícil tiene un gran valor cuando se combina con la pasión de nuestro Señor. Pero el sufrimiento no tiene valor en sí mismo. A veces Dios lo permite para un bien mayor: para nuestra purificación o para la salvación de otras personas. Sin embargo, esto no significa que no debamos pedir el regalo de la salud y la prosperidad en nuestras vidas. Él nos lleva a cada uno de nosotros por un camino que solo Él conoce. A través del sufrimiento, nuestra alma se vuelve como nuestro Salvador.  Santa Faustina lo describió de manera muy bonita: “Y el Señor me dio a conocer qué gloria más inefable le espera al alma que es semejante a Jesús doliente aquí en la tierra; [en el cielo]tal alma será semejante a Jesús en su gloria. El Padre Celestial honrará y estimará nuestras almas en cuanto vea en nosotros la semejanza a Su Hijo” (D. 604).  De verdad, todos estos tormentos me parecen nada en comparación con la gloria que nos espera por toda la eternidad” (D. 605).

 ¡Dios nos ama tanto!  Quiere nuestro mayor bien. Por eso Sor Faustina supo escribir un hermoso acto de total abandono a la voluntad de Dios, que para nosotros es el amor y la misericordia misma.  Puede ser una invitación a rezar también por nosotros.  Aquí hay un extracto de este acto:

“Guíame, oh Dios, por los caminos que Tu quieras; tengo confianza absoluta en Tu voluntad que es para mi el amor y la misericordia mismos. Me haces quedarme en este convento, me quedaré; me haces comenzar la obra, la comenzaré; me dejas en la incertidumbre hasta la muerte respecto a esta obra, bendito seas; me darás la muerte en el momento en que humanamente mi vida parecerá más necesaria, bendito seas. Me llevarás en la juventud, bendito seas; me harás alcanzar edad avanzada, bendito seas; me darás salud y fuerzas, bendito seas; me clavarás en un lecho de dolor quizá por toda la vida, bendito seas; me darás solamente desilusiones y fracasos durante la vida, bendito seas; permitirás que mis más puras intenciones sean condenadas, bendito seas; darás luz a mi mente, bendito seas; me dejarás en la oscuridad y en toda clase de angustias, bendito seas. Desde este momento vivo en la más profunda serenidad, porque el Señor Mismo me lleva en Sus brazos. Él, el Señor de la misericordia insondable, sabe que lo deseo solamente a Él en todo, siempre y en todo lugar” (D. 1264).

Con la ayuda de la gracia de Dios, también nosotros podemos hacer un propósito siguiendo el ejemplo de Santa Faustina:

“Quiero vivir y morir como un alma santa, contemplándote, Jesús tendido en la cruz, como un modelo para seguir. He buscado ejemplos alrededor de mí y no he encontrado suficientes y he notado como si mi santidad se retrasara; pero a partir de ahora he clavado mi mirada en Ti, oh Cristo, que eres mi mejor guía. Confío que bendecirás mis esfuerzos” (Diario 1333).

Si quieren compartir con nosotros su experiencia personal de vivir este tiempo de Gracia, lo que mas te tocó y lo que te ayudó a vivir este tiempo más profundamente, escríbenos a: sr.faustia@gmail.com

También compartiremos sus testimonios en nuestro sitio web.

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Durante el Triduo Pascual acompañaremos a Jesús en su pasión.  Sean sus palabras un estímulo para nosotros:

“Una hora de meditación de Mi dolorosa Pasión tiene mayor mérito que un año entero de flagelaciones a sangre; la meditación de Mis dolorosas llagas es de gran provecho para ti y a Mí Me da una gran alegría” (D. 369).