SEMANA 2: Une tu sufrimiento espiritual con Jesús
Al final del primer año de noviciado en la vida de Sor Faustina, comenzó un período de experiencias espirituales muy dolorosas, conocidas como noches pasivas. «Al final del primer año de noviciado – escribió en el Diario – en mi alma empezó aoscurecer. No sentía ningún consuelo en la oración, la meditación venía con gran esfuerzo, el miedo empezó a apoderarse de mí. Penetré más profundamente en mí interior y lo único que vi fue una gran miseria. Vi también claramente la gran santidad de Dios, no me atrevía a levantar los ojos hacia Él, pero me postré como polvo a sus pies y mendigué su misericordia. Pasaron casi seis meses y el estado de mi alma no cambió nada. Nuestra querida Madre Maestra me daba ánimo [en] esos momentos difíciles. Sin embargo este sufrimiento aumentaba cada vez más y más. Se acercaba el segundo año del noviciado. Cuando pensaba que debía hacer los votos, mi alma se estremecía. No entendía lo que leía, no podía meditar. Me parecía que mi oración no agradaba a Dios. Cuando me acercaba a los santos sacramentos me parecía que ofendía aún más a Dios. Sin embargo el 35 confesor no me permitió omitir ni una sola Santa Comunión. Dios actuaba en mi alma de modo singular» (Diario 23).
Encontramos un fragmento de este tipo en su Diario en el número 23. En el Salmo, que está marcado con el mismo número 23, el rey David oró de la siguiente manera: «Aunque camine por valles obscuros, no temo ningún mal, por que Tú estás conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan ”(Sal 23, 4).
En estas experiencias tan dolorosas, Sor Faustina recibió la ayuda de la Madre Maestra en su noviciado, quien le explicó que Dios es siempre el Padre, aunque nos está probando y estas experiencias preparan el alma para la unión cercana con Él. Realmente era su caso. Fue importante que en estos tiempos difíciles Sor Faustina mostrara obediencia y confianza inquebrantable, lo que nos sigue deleitando hoy y también trae abundantes cosechas en nuestro tiempo.
“Oh Jesús mío, Tú sabes lo que experimenta mi alma al recordar aquellos tormentos. Más de una vez me he extrañado de que los Ángeles y los santos queden silenciosos cuando un alma soporta semejantes sufrimientos. Sin embargo ellos nos aman muy especialmente en tales momentos. Más de una vez mi alma gritó hacia Dios, como un niño pequeño grita con todas sus fuerzas cuando la madre tapa su rostro y él no la puede reconocer. Oh Jesús mío, por esas pruebas de amor, sea gloria y honor a Ti. Tu misericordia es grande e inconcebible. Oh Señor, todos Tus proyectos respecto a mi alma están llenos de Tu misericordia. (Diario 116).
- ¿Cómo se ve tu confianza en tiempos de pruebas dolorosas?
- ¿Crees que Dios es siempre tu mejor Padre, aunque Él te este probando?
- Cuéntale sobre lo que estás luchando. Pide la gracia de la infancia espiritual.